Observar y estudiar cómo trabaja un grupo humano que tiene éxito, es un método de reflexión y aprendizaje que debemos practicar.
Mi asociación con el deporte del rugby, como jugador, entrenador, espectador, es de más de 30 años y a lo largo de estos, siempre me ha atraído el poder de concentración, reflejado en las caras de los jugadores, en sus movimientos, tanto a la entrada como a la salida del vestuario. Ver y sentir la confianza en su trabajo durante los partidos, en sus compañeros. Un colectivo como los All black tal vez sea de los mejores ejemplos.
Ser “All black”, no depende tanto de su condicionamiento físico (altura, peso, fuerza,….), sino más bien de su humildad. La capacidad de mejora con esta cualidad es “infinita”. Considerarse uno más dentro del grupo, confiar en el grupo, creer en lo que hacen, ser el eslabón necesario y trabajar para seguir siéndolo. Las capacidades individuales suman, no son lo importante individualmente, sino que son lo necesario colectivamente.
Hace muchísimos años comprendí que este deporte se vive más allá de los campos, es una visión de la vida, vivir, respirar, sufrir, emociones de alegría y de tristeza, con el objetivo de llegar hasta el final luchando (viviendo), e intentar vencer, a pesar de que al final no consigas la victoria.
La desindividualización y la confianza en el colectivo para lograr los objetivos es algo de nuestro desarrollo como seres humanos que se diluyó con la aparición de “figuras de éxito” en lugar de colectivos de éxito.
La humildad ,como concepto, en ocasiones genera confusiones, cuando debería ser un apoyo de conceptos como confianza, “somos uno”, “cuida de los demás que también cuidan de ti”…. El éxito parte de esto, la evolución nos llevaba por ese camino de mejora y crecimiento grupal, como seres sociales que somos y evolucionamos, y resulta que en algún momento se perdió la perspectiva. Ya hemos comprobado, durante mucho tiempo que las luchas individuales por mejorar suelen producir estrellas efímeras.
Un jugador de rugby no teme ser sustituido por un compañero, porque sabe que lo hará tan bien como él , esa “confianza” de “ser” y “pertenecer” a un grupo te hace fuerte, te “obliga” a la mejora constante y también a ayudar a mejora a los demás. Con todo ello, el líder o lideres de un grupo deben ser uno más, aportar y ser humildes, e incluso en algún momento todos somos capaces de liderar y ser ese líder necesario, sin casi darnos cuenta. Esta es una de las lecciones, pero no la única.
Acaban las temporadas, acaban los cursos, pero seguiremos creciendo, aprendiendo y mejorando, siempre como un equipo, con humildad.